AIGÜETA DE ERISTE, TRAMO IV

Sigamos con el Eriste... Después del tercer tramo echamos un vistazo al cielo. La previsión meteorológica era de tormentas por la tarde, pero las nubes no parecían evolucionar lo suficiente y nos metimos en el cuarto (v6a5III). Es la parte más conocida del Eriste, gracias a un par de encajamientos que generan pasos bastante comprometidos con el alto caudal que el descenso suele llevar. El resto del barranco presenta otras dificultades, aunque más o menos esquivables. Es un descenso a afrontar sólo si se tiene la experiencia suficiente en aguas vivas. Ya lo reseñé con algo de detalle en un descenso anterior, así que esta vez no me alargaré, ni volveré a detallar accesos y retornos.

Como decía, continuamos río abajo. Para variar, cambiamos el tobogán de acceso bajo el puente por un buen salto.















A continuación llegamos a la primera zona estrecha, uno de los puntos más comprometidos. Visto el caudal, minimizamos el riesgo descolgándonos desde la reunión en el árbol, a la izquierda. Fue el único paso en que nos escaqueamos.















Tras el pasillo, la magnífica cascada de 25 metros y su imponente sala acaban dando paso a un salto y al final de la primera garganta.































Salimos a una zona abierta y llegamos a dos toboganes, evitables pero imprescindibles. El primero, de ocho metros, lo hicimos y repetimos de todas las formas posibles...




















...y el segundo, de 25 metros, brutal.













Después de esto el cauce se encaja de nuevo, y llegamos al rápel del rulo (25 metros). Otro punto clave, a superar adaptándonos al agua y no luchando contra ella...













Tras esta última dificultad nos despojamos del material, y tras darnos un baño en las aguas heladas de la badina, dimos por finalizado el descenso y tomamos el escape al sendero que lleva al puente de Tramarrius. ¿Resultado? Una magnífica jornada barranquista.